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En (busca de la) propia voz. Tres testimonios de usuarias de Ecatepec

A continuación presentamos los testimonios de tres prestatarias de Ecatepec de Morelos. Las tres tienen distintas edades y las entrevistamos en diferentes momentos (a la primera en 2015 y a la última en 2018). Sus relatos ejemplifican cómo nuestros muchos y diversos usuarios utilizan y conciben la biblioteca como un lugar en el que se realizan actividades diferentes de manera simultánea. Aunque en sus narraciones destaca la disponibilidad y el acceso a distintos materiales y el espacio físico, nos muestran que la BV posibilita la expansión de sus intereses, incluso algunos que no necesariamente ellas reconocían previamente como tales. De manera que no es del todo exacto decir que la biblioteca debe responder a las necesidades de sus usuarios. No solamente: también debería ampliarlas y diversificarlas.

Una biblioteca pública puede (o debe) ser un espacio siempre abierto. Un espacio que abre espacios y posibilita vínculos de diversa índole en sus usuarios.

BV 2018.

Majo, ¿leer o bailar? ¿por qué escoger si se puede ambas?

Majo tiene 17 años; vive en Ecatepec y estudia el bachillerato en artes en la Ciudad de México. Desde hace casi un año asiste a la Vasconcelos con su amigo Benjamín; vienen sobre todo a bailar, pero también llevan libros en préstamo o simplemente pasan el rato y ven qué actividades pueden realizar.

Soy Majo, soy del 2001 y nací en Veracruz. Nos dedicamos a estudiar y a bailar. Estudiamos en el CEDAR, una escuela que imparte materias académicas y también artísticas. Es para chicos como nosotros, que quieren estudiar cualquier rama del arte. Yo vivo en Ecatepec y Benjamín en Naucalpan.

Justo empezamos a venir un poco después del sismo. Nosotros ya éramos amigos, pero empezamos a bailar juntos aquí después del sismo porque en ese tiempo no tuvimos clases, aquí sí estaba abierto y veníamos a bailar. Veníamos por libros, por películas. Por gusto.

Yo vine hace como un año más o menos; un poquito antes de que empezara a venir con Benjamín ya venía a buscar libros. Vine la primera vez porque estaba buscando el libro Trainspotting. No lo encontraba en ningún lado. Entonces me dije “oh, la biblioteca”, porque yo quería a fuerza en inglés. Me acuerdo que él me acompañó a buscar en librerías y estaban muy caros y yo no tenía dinero; y pues sí lo encontré aquí y ya fue que desde que descubrí la biblioteca ya no he vuelto a comprar un libro, porque todos los saco de aquí.

 

...estaba buscando el libro Trainspotting porque no lo encontraba en ningún lado, y dije “oh, la biblioteca”, porque yo quería a fuerza en inglés, y me acuerdo que él me acompañó a buscar en librerías y estaban muy caros y yo no tenía dinero; y pues sí lo encontré aquí y ya fue que desde que descubrí la biblioteca ya no he vuelto a comprar un libro, porque todos los saco de aquí.

 

Vengo pues más que nada a bailar. A veces ensayamos cosas de la escuela, a veces solo venimos por gusto. Ahorita veníamos a sentarnos ahí en el pastito y a colorear un libro que compramos; de repente me puse a estirar, como a hacer cosas, y él me siguió y luego todo empezó y ya estamos montando una secuencia. Así pasa, de repente él hace algo y eso le lleva a otro movimiento. Es como “oh, eso me gustó, a ver”. Luego fue él que me dijo “yo tenía esto planeado para ti” y empezó a hacer su secuencia y me la empezó a enseñar y ya empecé yo a meter mano en su secuencia y ya terminamos aquí y estamos viendo qué hacemos.

A veces empezamos a jugar y ya si lo vemos que nace para otra cosa de algún proyecto, pues ya lo llevamos a escena, se podría decir, como a teatro, a un examen o a algo de la escuela, pero si no, se queda en un juego aquí.

Empecé a estudiar, bueno, suena feo, pero yo porque realmente no sé hacer nada nada. O sea, a los cuatro años empecé gimnasia y de ahí seguí a gimnasia rítmica, y luego me mudé de Veracruz a México y fue que empecé en la danza porque entré a esta escuela, pues ya traía todo lo de gimnasia.

En mi escuela podemos pedir salones y así, pero bueno, yo creo que ya lo hacemos desde que llegamos a la biblioteca porque realmente sí hemos crecido mucho como bailarines, como estudiantes, como gente que hace esto. Hemos crecido bastante en esto de jugar con el cuerpo o hacer algo con nuestros cuerpos, desde que empezamos a bailar juntos, y empezamos a bailar aquí. Entonces yo creo que ya de ahí se nos quedó como “vamos a la biblioteca a bailar”.

 

Hemos crecido bastante en esto de jugar con el cuerpo o hacer algo con nuestros cuerpos desde que empezamos a bailar juntos, y empezamos a bailar aquí. Entonces yo creo que ya de ahí se nos quedó como “vamos a la biblioteca a bailar”.

 

En la escuela tenemos espejos y los espejos como que, bueno, yo me siento un poco atada a ver "esto se ve bien”, “esto se ve mal" y aquí realmente es como lo sientes, no te estás viendo en ningún lugar; digo, te puedes reflejar en la puerta de vidrio, pero no te estás viendo en ningún espejo, sólo si yo sentí que salió bien es como “oh, me gustó” y, si no, pues a otra cosa.

Aparte, estamos un poco más alejados aquí. Yo me siento más relajada, digo, porque pues estamos solos, estamos sin espejos, sin maestros, nadie nos dice “eso está bien, eso está mal”, sólo lo hacemos. Hay veces que hemos venido como tres semanas seguidas, cada fin de semana, o después de la escuela, o así en puentes, casi siempre que tenemos un día libre es como “oh, vamos a bailar”.

Majo, ¿leer o bailar? ¿por qué escoger si se puede ambas? BV 2018.

Eli: La biblioteca, un lugar para compartir

Eli tiene 32 años, trabaja en la Ciudad de México y vive en Ecatepec. Aunque conoce la Vasconcelos desde que la inauguraron, la visita con frecuencia desde hace cinco años; durante todo ese tiempo ha contado con su credencial y llevado a casa libros y películas. Es licenciada en psicología; viene cada semana o cada quince días, casi siempre entre semana, porque considera que, aunque la biblioteca ofrece actividades y servicios como el préstamo de libros y películas, también es un espacio tranquilo para leer, conocer, estudiar, aprender, y también para el ocio, la recreación, la socialización y de reunión.

¿Aquí? bueno, leo, me reúno con algunas personas para algún tema en específico; por ejemplo, si voy a elaborar un material para un curso me cito con la persona aquí y buscamos fuentes de información que nos permitan enriquecer el curso en contenidos. Soy instructora y consultora en Desarrollo de Recursos Humanos. Esa es una de mis actividades, la otra es que me encanta ver películas, entonces hay películas que no venden en la calle, o no son de fácil adquisición en algunas tiendas de vídeos, y aquí sí hay disponibles, entonces de repente puedo hacer eso o bien puedo venir a algún concierto.

 

...me encanta ver películas, entonces hay películas que no venden en la calle, o no son de fácil adquisición en algunas tiendas de vídeos y aquí sí hay disponibles, entonces de repente puedo hacer eso o bien puedo venir a algún concierto.

 

Para administrar mejor mi tiempo reviso el catálogo en línea; vengo con la clasificación y algunas opciones porque puede suceder que no exista una y entonces digo, no, no por una voy a dar la vuelta en balde. Entonces traigo opciones, pero sí uso el catálogo en línea. También visito la página de la biblioteca con frecuencia para ver qué eventos hay, como películas, algún concierto, algún tipo de actividad extracurricular, cuentacuentos, exposición, lo que sea; sí uso el sitio digital que tiene la biblioteca.

Aquí he encontrado desde señores que me preguntan “oye, ¿me ayudas a sacar este libro?”, o me enseñan el papelito de “¿oye y la clasificación X?” o hasta niños ¿no? que están como curiosos porque están buscando un libro o no saben dónde ponerlo. O en la proyección también, bueno, en el uso de multimedia, también me he encontrado dos que tres personas que bueno, yo estoy viendo mi película, él la suya y de repente dicen “ah, esa película está muy buena, yo ya la vi” y entonces de alguna manera se hace la conversación.

Incluso he traído a mis sobrinos a darles vueltas para que se enamoren de la biblioteca, de los libros, de todo lo que pueda ofrecer. De principio están renuentes pero al final terminan muy convencidos de que es una muy buena biblioteca y que puede ofrecerles mucho. He jugado aquí con mis sobrinos en el jardín, rodando con ellos como si tuviera tres años, este, hemos ido más para allá, me he metido en los conciertos del auditorio.

He traído algunas personas que me decían: “Ay, ¿a poco una biblioteca?” “Ay no, ¡qué aburrido!” "Yo les digo: No, mira, cuando vayas, o sea, de verdad te vas a sorprender”. Y entonces les enseño, como cuando presumes lo más bonito de tu casa: le enseñas lo más atractivo para las personas, dependiendo de las personas pues puedes enseñarle lo que a esa persona le llama más la atención.

Pues todo está relacionado con los hábitos y las creencias de las leyendas urbanas que se hacen de las bibliotecas, porque en general creo yo que como somos y también como las hemos vestido, todos, porque desde el momento en que yo digo quejándome “Ay, tengo que ir a la biblioteca”, y si yo estoy con un niño de tres años él piensa “Por qué habrá dicho eso”, ¿no? como cuando “Ay, me tengo que comer esta sopa”.

BV 2018.

Entonces creo que desde ahí estamos creando un concepto mental de algo que el niño a lo mejor ni siquiera conoce, pero la palabra sí. Entonces cuando él asocia sólo la palabra a una reacción emocional y la aterriza a un concepto, total dice “Ay no, biblioteca”. No la conoce, pero hace cara de fuchi.

Por ejemplo, cuando invité a uno de mis sobrinos me respondió: “ Ay tía, no inventes.. si la que está allá por la casa tiene unos libros bien viejitos, les haces así y les sale el polvo”. El niño tenía en ese entonces como siete años.

Porque yo tengo la costumbre de darles como un premio cada fin de ciclo escolar, entonces de repente los llevo a algún lugar o les digo que me acompañen a algún lugar y esa es la manera de motivarlos, pero nada que ver con hamburguesas, nada que ver con pizzas, nada que ver con eso. Sí me dijo “Nooo, es que esa biblioteca está padrísima”, y entonces llegó contándole a su mamá, a todo mundo, y entonces ya después tenía a los demás diciéndome “¡Tía, tía, ¿cuándo me toca, cuándo me toca?!”. Y entonces pues tuve que traer a uno, luego a dos, y así más o menos. Incluso una de ellas, a partir de ahí lee y cuando voy dice “Tía, ¿quieres que te lea?”, “Sí”… A mí eso me satisface, porque me hace sentir como que puse un granito de arena en ese chamaco ¿no?.

 

Esta biblioteca para mí es tranquilidad, para mí es serenidad, para mí es concentración, es aprendizaje, no sé, es como la serenidad que necesito para aprender.

 

Pues un lugar en el que tú puedes consultar una infinidad de cosas. Aprender. Enseñar también, ¿no? Son como flashazos pequeños de enseñanza para algunas personas, desde un punto de encuentro para la sociedad, para la academia, para el conocimiento, para el mundo ¿no? Yo creo, porque no solamente hay libros mexicanos sino de todo tipo. Yo creo que es un punto de encuentro, sí.

Esta biblioteca para mí es tranquilidad, para mí es serenidad, para mí es concentración, es aprendizaje. No sé, es como la serenidad que necesito para aprender. Nada más. Y bueno, creo yo que está en el camino de ser algo completo que necesitamos al norte de la ciudad.

Sí, la verdad es que yo creo que es uno de los lugares más completos que tiene la Ciudad de México, porque tiene su área de exposiciones, tiene su área en donde prestan instrumentos musicales, en donde puedes sentarte a escuchar música, ora sí que dirían en una estación de red de radio, “música prestada”, este… pues puedes venir, a leer desde sistema Braille hasta en inglés, francés, o sea, como que sí se me hace muy completa.

Si no viniera, bueno, seguramente compraría, me iría al sur de la ciudad, como Ciudad Universitaria, la Biblioteca Central es la segunda que yo visito después de ésta. Y las películas seguramente por allá habría manera de encontrarlas, porque de hecho por allá empezó mi búsqueda de este tipo de actividades.

Coral, un largo trayecto, pero vale la pena

Coral tiene 40 años. Es madre de Elsa, de cinco años, y de Melissa, de siete. Viven en Ecatepec de Morelos, Estado de México. Si el trabajo se lo permite, las tres visitan la biblioteca cada semana. Si no, cada 15 días. Algunas veces viene ella sola y consulta temas que le interesan. Estudió psicología en la UNAM, pero en el momento de la entrevista trabajaba en una maquiladora de artículos de piel. Estaba estudiando masoterapia porque quería tener un empleo que le permitiera estar con sus hijas el mayor tiempo posible.

Hoy tuvimos más tiempo y por eso estamos aquí. Además de que hay actividades sobre todo para niños, me gusta traerlas para que se familiaricen con la biblioteca, con los libros, con leer, con el lenguaje. Tiene como dos, tres años que venimos constantemente. A veces vengo sola, voy al área de Internet y también a ver libros, a sacar libros, a leer. Los leo un poquito, no mucho, pero sí por lo menos conocer qué libro voy a sacar. Los libros que más saco son novelas, libros de niños para mis hijas y para mí libros de arte, libros sobre espiritualidad o religiosidad. Hay veces que vengo a pláticas, a conferencias, y me quedo a escuchar un rato. Ahora sí que mi ocio, mi hobby, o no sé cómo llamarle, mi pasatiempo, es venir aquí. Simplemente es así, como navegar. De repente salen temas que me causan curiosidad. Yo vivo en el Estado de México; antes venía hasta el Distrito Federal a trabajar y cuando tenía una media hora, una hora, pues venía aquí a la biblioteca. Me quedaba cerca y pues este es como un lugar para mí de paz y tranquilidad, de poderme relajar… Hoy fuimos al auditorio a ver teatro para niños y ya de ahí nos quedamos aquí en el jardín, comiendo; siempre traemos lunch por higiene y por economizar. Hay veces que venimos y jugamos a las escondidillas, hay veces que se han quedado a las conferencias también ellas. ¿Cómo se llaman los eventos que son de música? Venimos mucho a los talleres de cuentacuentos que se hacen aquí en el área infantil.

Yo les enseño a mis niñas los libros como si fueran dulces; hay veces que yo llegaba del trabajo y yo les traía sus libros y les decía “¿Qué creen que les traje?”, como cuando los papás preguntan y traen un dulce como pastelito. Y yo, a ver, “¡cierra los ojos!”, y les sacaba el libro.

BV 2018.

Yo sé que aquí en México la mayoría de las personas no leen, no les gustan este tipo de espacios; yo no sólo vengo por los libros, vengo por todas las actividades que hay. Para mí la cultura me ayuda a abrirme, a conocer más, a ver más allá de lo cotidiano; es muy bonito el folklore pero siempre me gusta conocer otras culturas, conocer lo que piensan otras personas, como los científicos, siempre me gustado ver más allá de mi espacio, de mi colonia.

 

Yo sé que aquí en México la mayoría de las personas no leen, no les gustan este tipo de espacios; yo no sólo vengo por los libros, vengo por todas las actividades que hay. Para mí la cultura me ayuda a abrirme, a conocer más, a ver más allá de lo cotidiano..., siempre me gustado ver más allá de mi espacio, de mi colonia.

 

Hay cosas que se pueden hacer en Ecatepec, sobre todo en el centro de San Cristóbal, pero fíjate que me cuesta más en cuestión de dinero, en pasajes, ir hasta el centro de San Cristóbal que venir hasta acá. Pero aunque me cuesta más en tiempo venir hasta acá yo lo valoro más porque por ejemplo aquí se presentan Alas y Raíces, que es un programa de Conaculta especializado en niños. No son personas improvisadas. Eso es lo que me gusta. Y pues todas las pláticas… Yo sé que aquí en el Distrito Federal puedes hablar sobre igualdad de las mujeres, sobre equidad de género, bueno, más que nada de muchos temas que en el Estado de México, no es que estén prohibidos, pero tú hablas de ellos y así como que estás medio rara, ¿no? No, no es que no se toquen, pero la gente tiene una cerrazón… pues es como un pueblo.

El Estado de México es uno de los que tiene el índice más grande de muertes de mujeres, más que Ciudad Juárez, o sea para que te imagines en qué nivel andamos, ¿no? y pues como te imaginarás también a mí me gusta los temas sobre equidad, y sobre igualdad, ¿no? porque sí es difícil.

Pues el viaje de ida y vuelta es mucho, tres horas o cuatro horas, porque hay veces que el metrobús se para, hay mucha gente, y pues sí, es bastante fastidioso el trayecto, pero yo lo prefiero porque en el Estado de México, en Ecatepec, no manejan los temas que se manejan aquí.

¿Quiéres conocer más sobre las mujeres de Ecatepec? Echa un ojo al análisis cuantitativo ¿Qué leen las mujeres de Ecatepec? y compártenos tus reflexiones.

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